Con el título “Identidad y Cultura mediante la creación poética en los llanos de Colombia”, el escritor triniteño impactó con su conocimiento sobre la poesía llanera y su trasegar en el tiempo desde sus orígenes hasta nuestros días, a los miembros de la Academia Colombiana de la Lengua, en la capital de la república. Rivera Salcedo mostró cómo la poesía ha sido fuente de identidad y fortalecimiento de la cultura en los llanos de Colombia.
Con poemas chiricoas rescatados desde 1722 por el padre José Gumilla y otros en la época colonial, pasando por la poesía épica en la guerra de independencia, en la guerra de los mil días y la de mediados del siglo pasado como también haciendo un recorrido por las manifestaciones de la poesía popular el poeta casanareño logró el aplauso de los insignes académicos, al punto de llamarlo erudito en el conocimiento de la lengua, el dialecto y el habla popular de los llanos colombianos.
Al evento asistieron la senadora Sonia Bernal y algunos pobladores de la Trinidad del Pauto.
La doctora cristina Maya, premio nacional de poesía y académica de número hizo la presentación de Delfín ante la Academia con las siguientes palabras:
DELFÍN RIVERA Y SU OBRA
Más allá de sus límites geográficos la patria nos habita, crea un lazo invisible que nos ata desde que nacimos, porque se hereda por la sangre y por los recuerdos. Sus huellas perduran en nuestros actos, palabras y silencios. Como diría Mario Benedetti algo en nosotros siempre mira hacia ese lugar donde el corazón empezó a latir.
Esto lo digo a propósito de Delfín Rivera, su vida y su obra. Su amor por el terruño natal, su sentido de pertenencia, su interés por conocer su historia, sus costumbres, sus mitos, su lenguaje y su literatura. Con el hemos recorrido ya el camino de La Vorágine y hemos comprendido a través de sus investigaciones cómo no se le ha dado la importancia que merece al hecho de que la primera parte de la novela se desarrolló en los llanos de Casanare muy cerca de Trinidad del Pauto. Delfín Rivera concibe que La Vorágine ha sido considerada como la novela de la selva, marginando a los Llanos, escenario sin el cual no pueden entenderse cabalmente los demás acontecimientos de la obra.
Su libro Trinidad, Matepalma y la Vorágine describe puntualmente la geografía de esta región, de los ríos que la circundan, el lugar de sus haciendas especialmente La Maporita donde ocurrieron buena parte de los hechos novelescos, la formación del Hato, su fundación a cargo de los jesuitas como centro del trabajo y producción de la población. Como también el escenario del desarrollo de las faenas, la doma de los caballos, el comercio de los vacunos, la recogida de las cimarroneras y el robo de los ganados. A esta región llegó inicialmente José Eustasio Rivera, como abogado con el propósito de solucionar un pleito de herencia del dueño de la hacienda de Matepalma don Ramón Oropeza. Estando allí se puso en contacto con todo ese ambiente sobre el cual escribirá más adelante y especialmente con su paisaje fuente de inspiración para su poemario Tierra de Promisión y su novela La Vorágine.
Por otra parte, los trabajos de investigación lingüística en dialectología, de Delfín Rivera, concretamente referidos a la jerga de la ganadería han sido de gran utilidad para la comprensión de dichas actividades en los Llanos, lo mismo que sus coloquios internacionales sobre literatura de la región que reúne anualmente lo más importante de los especialistas en ese campo.
De modo que, como lo he afirmado en varias oportunidades, para entender cabalmente la obra de José Eustasio Rivera y sobre todo de su novela, es imperativo conocer los estudios de nuestro autor.
Además, como literato y poeta, Delfín Rivera se ha inspirado, en su tierra porque para él, como diría Fernando Soto Aparicio: “La llaneridad es un estado del alma.”
De modo que, en el campo de la literatura poética, sobre el que ahora quiero hacer énfasis brevemente, ha escrito los poemarios “Cantos de Gavilán”, “Cantos de Alcaraván”, “Antología Poética Triniteña,” “La tinaja de mis versos” “Poesía Bicentenaria”, “Poesía Mítica del Llano”, “Poesía dialectal llanera” y las antologías de escritores y periodistas casanareños, “Casanari, letras de fuego” y “Palabras Invencibles”.
En Cantos de Alcaraván, sus temas principales son lo político, lo amoroso, lo erótico y lo autóctono llanero. Los poemas amorosos, que abarcan casi la totalidad del libro se desbordan en emotivas expresiones donde el paisaje y la mujer a la manera de los románticos, se identifican. Nos recuerdan ciertos acentos de esa poesía vital ligada a la tierra que algunos de nuestros poetas elaboraron con virtuosismo.
Cuando duermo en tu lecho, redescubro
El sabor de tus frutas terrenales
El calor de tu fuente con que inundo
Las hogueras que funden mis metales
Son entonces el agua, el aire, los cuatro elementos de la naturaleza, los que frecuentemente concurren en esta poesía, los que se hacen verbo y carne en el lenguaje, los que vemos transcurrir en cada verso, en la mirada que el poeta dirige a su entorno y se convierte en constante motivo de su musa. “La Curiara del amor” es un bello poema donde se interioriza no solo la pasión amorosa sino el paisaje, creando entre los dos un vínculo que nos lleva a pensar que, en ningún otro lugar como en el entorno llanero, nos encontramos en los umbrales de lo verdaderamente americano, marcado por esas grandes extensiones vegetales y por sus típicas costumbres regionales. Por ello el río se convierte en parte de las vivencias más íntimas y es, por lo tanto, motivo de ensoñación poética para Delfín Rivera:
Era una curiara en el río
Era la pasión en mis tormentas
Era la soledad en el hastío
Y los besos espumosos de tus trenzas.
Navegaba en ti, fantaseaba
Viajando contigo a iluminar los huertos,
Con aromas de ansias y frutas deseadas
En el ardiente faro de los puertos.
…………………………………..
Amante mía, escucha la curiara,
Acerca el oído, escucha la brisa,
Escucha la curiara, la curiara,
Navegar por mi cuerpo y tus sonrisas.
Río y curiara se entrelazan, forman parte de una conjunción amorosa que le dan sentido al entorno natural. El poeta es solidario con la naturaleza, pero también con la compañera, que es más que esa mujer enteramente idealizada.
Bajo el techo estrellado de mi patria
entrelazar nuestros fuegos, compañera,
avivar la esperanza que se escapa
es el descanso que mi ser quisiera.
El amor se concreta, ante todo, en una relación de compañerismo. Nada más diciente entonces que estos versos: “… Fundirme en la inagotable /fuente de tus pensamientos y verterme/en la idílica ensoñación de tus ideas.” Pensamientos e ideas que el hombre comparte con la enamorada de forma unívoca. Aunque no es frecuente que nuestros poetas hayan cantado al amor en ese tono de acercamiento sensual pero también intelectual como lo hace Delfín Rivera. Así se comparten los afectos, pero también los ideales:
Huelo tu fragancia…
me alimento
y me transformo
en el hombre americano
que labra en el cauce de los vientos
su pasión, su patria y su destino.
Y así van entretejiéndose uno a uno estos poemas de amor que son a veces exaltación vital, otras ausencia y tristeza, otras pasiones, para confluir en otro de sus amores: la tierra natal. Por eso, en sus “Cantos llaneros”, Delfín Rivera se expresa como el nativo que conoce a fondo todas las tradiciones de su entorno; cultor de ellas como el que más y de todo el acervo lingüístico de su región. El poema “Llanero soy” refiere esta experiencia desde la infancia. La hora de la madrugada, el baño, el procaz desayuno y finalmente el ordeño; luego la elaboración del queso, la cuajada, el mielmesabe y el cuajo. Más tarde la revisión de los potreros para domar, capar y arrendar los caballos. El lenguaje típico de los Llanos se ostenta en estos versos como un importante aporte lingüístico para el conocimiento cabal de este entorno.
Sus poemas libertarios son otra faceta de sus inclinaciones poéticas. Allí está el hombre rebelde, soñador de la equidad, el que busca la libertad por encima de todo, pero también el que añora la paz. En un país como el nuestro que ha estado en guerra por tantos años, es imperativo buscarla. Por ello nuestro poeta hace un llamado urgente en sus poemas:
Aniquilemos el campo de la guerra
Con granadas de versos
Con tanquetas repletas de alimentos
Y con réquiem para la miseria.
Contra la violencia, el poema; contra la opresión, la libertad. Este es el mensaje preponderante de Delfín Rivera. Así transcurren por este libro figuras como Manuela Beltrán, Jorge Eliécer Gaitán, Camilo Torres, los estudiantes rebeldes y todos aquellos que han levantado su voz en nombre de la libertad. En todos estos poemas hay siempre una voz de optimismo, pero sobre todo un entusiasmo, que en Delfín Rivera irradia como una nota característica de su ser y de su obra.
La hoja de vida de Delfín Rivera es importante y muy extensa. Es Magíster en Lingüística, Presidente de la Academia De Historia Ramón Nonato Pérez, miembro correspondiente de la Academia de Historia del Meta; miembro correspondiente de la Academia Patriótica Antonio Nariño; miembro correspondiente de la Academia Boyacense de Historia, miembro Correspondiente de la Sociedad Santanderista de Colombia, como también director del Simposio Nacional e Internacional de la Cultura Indígena en Casanare. Es igualmente Presidente de la Asociación Colombo-Venezolana de Escritores Llaneros, Presidente del Círculo de Escritores de Casanare, miembro del Círculo de Periodistas de Casanare, fue Ganador del concurso de la letra del Himno a Trinidad, Casanare, en el que participaron treinta y seis poetas nacionales. En el 2008 fue condecorado por el municipio de Nunchía, con la orden Salvador Camacho Roldán, en el grado de Hijo Ilustre y galardonado en los municipios de La Salina, Trinidad, San Luís de Palenque y Yopal. En el año 2023 fue premiado en Casanare como el mejor Poeta de los Llanos y en el 2024 como el mejor Escritor de los Llanos. Su libro “Ramón Nonato: El Tigre”, fue catalogado por las universidades San Ezequiel Zamora de Barinas, Simón Rodríguez de San Fernando de Apure y Rómulo Gallegos de San Juan de los Morros, Estado Guárico como una de las dos mejores biografías del llano Colombo-venezolano.
Bienvenido, pues, nuestro invitado de hoy.