La historia de la universidad que le brindó a una mujer ciega las herramientas para convertirse en profesional.

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Un fuerte movimiento sacudió esta semana al sector educativo colombiano luego de que se confirmara que Unigermana obtuvo de manera simultánea dos de las certificaciones internacionales más exigentes y difíciles de alcanzar: la ISO 21001, exclusiva para organizaciones educativas, y la ISO 9001, referente mundial en gestión de calidad. Sin embargo, detrás de este logro técnico hay una historia que ha generado aún más impacto: los procesos de transformación social que la institución viene desarrollando junto al Instituto Nacional para Ciegos, INCI, y que han puesto sobre la mesa el debate sobre la inclusión real en la educación superior.

El caso de Carmen, una mujer que perdió la visión tras un tumor cerebral y que encontró en el acompañamiento académico un camino para reconstruir su proyecto de vida, se convirtió en el ejemplo que auditores y expertos mencionaron informalmente como uno de los indicadores más sólidos de que la institución no solo cumple estándares documentales, sino que demuestra impacto verificable en poblaciones históricamente relegadas. Su proceso de emprendimiento, construido con apoyo del INCI y articulado con la universidad, se ha convertido en uno de los relatos que más preguntas está generando en el debate nacional sobre inclusión efectiva en la educación técnica y superior.

La ISO 21001, diseñada para evaluar con rigurosidad la estructura y el desempeño de entidades de formación, exige pruebas verificables de que la institución centra su operación en el estudiante, garantiza accesibilidad incluso en contextos complejos, mantiene trazabilidad académica continua y opera con sistemas de mejora basados en auditorías externas. El acompañamiento a estudiantes con discapacidad visual, la adaptación de contenidos, la formación para la autonomía y los proyectos de emprendimiento surgidos de estas alianzas fueron citados como evidencia contundente de que Unigermana opera con mecanismos que pocas instituciones logran sostener.

De manera paralela, la certificación ISO 9001 confirma que la gestión interna de Unigermana —sus procedimientos administrativos, su control documental, sus procesos de atención y sus sistemas de seguimiento— cumplen estándares internacionales que se validan con parámetros estrictos, revisiones de evidencia y análisis estructural. En medio de ese proceso, los auditores destacaron que la articulación con entidades como el INCI no solo fortalece los indicadores de calidad, sino que revela un enfoque institucional que trasciende el manual de procesos y aterriza en resultados humanos medibles, como la reinserción económica y social de estudiantes con barreras significativas.

La representante legal de la institución, Juliana Lesmes, señaló que este doble logro representa un quiebre en la historia reciente de la universidad, producto de meses de inspecciones técnicas, auditorías consecutivas, revisión de protocolos, análisis de riesgo y verificación de documentos que abarcan áreas académicas, administrativas y operativas. Sin embargo, reconoció que lo que más llamó la atención fue la manera en que historias como la de Carmen y los procesos de emprendimiento para población con discapacidad se han convertido en evidencia viva del impacto educativo.

La obtención simultánea de estas dos certificaciones ha generado discusiones entre expertos y observadores del sistema educativo, quienes consideran que este hecho no solo posiciona a Unigermana dentro de un grupo muy reducido de instituciones con estándares verificados internacionalmente, sino que expone la brecha existente entre las entidades que pueden demostrar impacto real en poblaciones diversas y aquellas que presentan modelos inclusivos únicamente en el papel. La alianza con el INCI, sumada a casos verificables de transformación personal y económica, plantea preguntas de fondo sobre el verdadero alcance de la inclusión en la educación superior.

El impacto de este anuncio podría tener repercusiones en diferentes niveles: la percepción de estudiantes y familias sobre el valor real de la educación técnica, la presión para que otras organizaciones adopten estándares inclusivos verificables, el aumento en los requisitos de control por parte de entidades de vigilancia y un posible reordenamiento en el panorama académico nacional. La doble certificación, más allá de ser un reconocimiento técnico, se convierte en un precedente que recalca la urgencia de fortalecer modelos educativos con impacto real y medible, sometidos a auditorías externas, y articulados con entidades que conocen de primera mano las barreras sociales y económicas que enfrenta la población.

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