Nuevos y urgentes llamados se escuchan desde los surcos donde a diario miles de arroceros del país persisten en la siembra y cosecha de un producto vital para la dieta alimenticia de los colombianos, pero cuya crisis de precios mantiene a los cultivadores al borde de la quiebra.
En Yopal, la vereda la Unión es el escenario de una de esas luchas cotidianas: la del cultivador Miguel Castro, cuya siembra les da empleo a decenas de trabajadores y desde donde espera la rentabilidad suficiente para llevar su cosecha a los centros de consumo.
Sin embargo, Castro enfrenta el desafío común a miles de arroceros del país que a través de FEDEARROZ vienen reclamando respuestas del gobierno nacional para atenuar la crisis que genera la imposición de precios en que el sector molinero mantiene la compra del producto, cuyos precios son por lo menos dos millones de pesos/hectárea por debajo de lo que se necesita para asegurar la rentabilidad del producto.
A ello se suma la acumulación de cerca de 1 millón 200 mil toneladas de arroz paddy seco en inventarios (equivalentes a unas 800 mil toneladas de arroz blanco), las cuales no tienen comprador, y al impacto de las importaciones ante la firma de diversos tratados internacionales que le han abierto el mercado nacional a miles de toneladas del producto, causando un fuerte desequilibrio ante la oferta interna.
Edwar Chaparro, arrocero de vieja data y amplia trayectoria, se suma a los reclamos de los agricultores.
«Estamos desamparados como productores: mucho se habla de subsidios, de planes de incentivos, de gran cantidad de ayudas pero que no llegan a aliviar la situación que estamos enfrentando», dice.
Lo cierto del caso es que de no producirse una respuesta efectiva, el cultivo del arroz que genera miles de empleos y dinámica económica, podría estar en «peligro de extinción».
