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LAFAURIE DICE QUE AL PAÍS LE HA PASADO LO DEL «PASTORCITO MENTIROSO» CON PROCESOS DE PAZ

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El presidente ejecutivo de Fedegán, José Félix Lafaurie Rivera, explicó que el Mecanismo de Monitoreo y Verificación incluido en los protocolos del cese al fuego está integrado por la ONU, la Iglesia, la Fuerza Pública y el ELN. Cuando se presente un hecho violatorio del cese, la única entidad que podrá explicarlo públicamente será la ONU.

Además, considera que la suspensión de todo tipo de violencia contra la población civil es esencial para que participe libremente en la construcción de la paz. Insiste en la implementación de un piloto de transformaciones sustanciales y sugiere que la región del Catatumbo sea el escenario.

¿Por qué es optimista frente a los dos hechos que se dieron la semana pasada relacionados con el proceso de paz: cese al fuego y la instalación del Comité de Participación Ciudadana?
Yo tengo fe en el futuro de Colombia. Pero, como afirmé en mi discurso, no la fe del carbonero, sino la que exige el compromiso de todos, para que hoy sea un día histórico y no el comienzo de otra frustración.
El alto al fuego con el ELN es un punto muy importante por varias razones: la primera, porque el Ejército de Liberación Nacional nunca había firmado acuerdo alguno con los 7 gobiernos anteriores con los que se intentó avanzar en procesos de negociación, o sea, en la búsqueda de la paz.
En este caso llevamos 11 acuerdos y el cese al fuego implicó 9 protocolos para definir con mucho rigor cada uno de los aspectos que esta suspensión obliga, especialmente en un tema que tiene que ver con el instrumento al que llamamos Mecanismo de Monitoreo y Verificación, que debe darle tranquilidad a la población que también inició el 3 de agosto un proceso de participación ciudadana que es el corazón de este proceso.
Ambos, cese al fuego y participación ciudadana, son uno solo. La ciudadanía no puede participar libremente sin que se cumpla el otro, es decir, sin que cesen las hostilidades contra la población civil en todo el territorio nacional.
Como colombiano y miembro de la comisión gubernamental, espero que la participación sea un ejercicio efectivo y, como manifesté en mi intervención, quiero creer en el compromiso del ELN con el cese al fuego y de hostilidades.

Sin embargo, en sus declaraciones a medios y discurso ha sido también realista. De hecho soltó una frase polémica: hoy no es el primer día de paz en Colombia. ¿qué quiso decir?
Expresé una realidad. La paz no se mide por firmas sino por resultados. La paz será el silencio de las armas y, sobre todo, las transformaciones que emprendamos cuando callen los fusiles.
Por eso expresé que se puede firmar el cese de la violencia y mil acuerdos más para marcar caminos hacia la paz, pero la verdadera paz no se firma ni se negocia, se construye a diario, entre todos, porque es un asunto de todos.
En mi más reciente columna de opinión afirmé que a los procesos de paz en Colombia les pasa lo que al pastorcillo mentiroso: de tanto resultar fallidos el país dejó de creerles y, tristemente, se acostumbró a la violencia. Esa es otra realidad.

¿Qué significa, en términos prácticos, el cese al fuego con el ELN?
Significa 180 días sin ataques a la Fuerza Pública, sin policías ni militares secuestrados o asesinados, sin hostilidades ni dominación contra la población civil, el cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario y con la esperanza de que sean 180 más y otros tantos, hasta lograr un acuerdo de paz.

¿Cómo funcionará el Mecanismo de Monitoreo y Verificación que está en los protocolos del cese al fuego?
Lo primero que tengo que decir es que hay unas líneas rojas en este cese al fuego. La Fuerza Pública está en la obligación constitucional de proteger la vida y los bienes de todos los ciudadanos colombianos en el territorio nacional. Cualquier hecho que amenace la seguridad, la tranquilidad de la población. Cualquier hostilidad manifiesta contra la población civil, que concomitantemente está participando en un proceso para identificar las causas que motivan la violencia, son constitutivas de incidentes que tendrán que ser evaluadas por el Mecanismo de Monitoreo y Verificación.
Este mecanismo está compuesto por cuatro actores: la ONU, la Iglesia, la Fuerza Pública y el ELN. Por consiguiente, todo hecho que a nivel local suceda porque el sistema lo monitorea o porque cualquier ciudadano lo ponga de manifiesto, tiene que ser recogido por el mecanismo y evaluado a nivel local, luego regional y por último a nivel nacional.
Luego de estas evaluaciones, solo la ONU podrá explicar públicamente el hecho. Esto para evitar que cualquier actor interprete o establezca una versión diferente de la que finalmente fue evaluada.

¿Por qué es importante que la población civil participe?
La participación de la población civil es el corazón de este proceso. Sin embargo, la sociedad hoy está fracturada por el poder corruptor del narcotráfico, por la violencia en campos y ciudades, por la desesperanza frente a una paz tantas veces prometida y tantas veces frustrada.
Nuestra responsabilidad es devolverle a Colombia la fe perdida. Por eso he insistido en el compromiso de mandarle a la sociedad el mensaje positivo del “sí se puede”, el mensaje claro de que la fuerza y la “lógica del terror” no van más, y que es mejor el “efecto demostración” de las transformaciones en el territorio.
El Comité de Participación Ciudadana que se instaló el pasado 3 de agosto está compuesto por 81 personas en representación de 30 organizaciones de diversos sectores sociales. Una de sus primeras labores será recorrer el país buscando que las comunidades aporten al diseño del modelo de participación de la sociedad en la construcción de la paz.

¿En qué consiste su propuesta de implementar un gran piloto de transformaciones de paz?
He venido planteando esto en mis columnas de opinión y en diversos escenarios con el fin de que no sigamos aplazando las decisiones de futuro.
¿En dónde podría ser? En la región del Catatumbo, por ejemplo. Allá podría concentrarse la presencia y los recursos del Estado para, en un entorno de cese al fuego, llevar seguridad, bienes públicos (servicios públicos, arreglo de vías, crédito de fomento, educación, salud, asistencia técnica, etc.) e inversión privada con incentivos tributarios. He dialogado con empresarios que están dispuestos a apoyar ese piloto. Solo falta arrancar.
Cuando Colombia vea los resultados del desarrollo integral, y la coca empiece a ser desplazada por el reverdecer de la producción agropecuaria, las demás regiones tomarán la iniciativa de potenciar sus propias transformaciones con el apoyo del Estado y del sector privado.

¿Y si el cese al fuego fracasa?
En mi intervención afirmé que quiero creer en el compromiso del ELN con el cese al fuego y con el cese de hostilidades a la población civil. Mantengo esa creencia.
A veces uno trata de hacer conjeturas sobre qué va a suceder en una serie de hipótesis sobre las cuales no siempre se es asertivo. En procesos como estos que son tan difíciles y, en este caso particular con un actor como el ELN que no ha sido fácil, es mejor ser muy precavido para lanzar opiniones sobre el futuro.
Hasta hoy, vamos bien. Yo creo que lo que se ha venido pactando se ha cumplido y esa es una muestra de seriedad y compromiso con el proceso por parte del Ejército de Liberación Nacional.

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