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Dos abuelos y un niño casi mueren en un vendaval en Hato Corozal

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Una humilde familia compuesta por los adultos mayores Elio Sánchez de 74 años y Herminia Jiménez de 78; quienes viven bajo la compañía y cuidado de su nieto Darwin de 11 años, residentes en un rincón apartado de la vereda El Oso, Hato Corozal, sufriendo las inclemencias del invierno por cuenta de un rayo y un fuerte vendaval, que echó cuesta abajo su humilde vivienda, dejándolos desamparados a merced de las inclemencias del clima.

La misión humanitaria, se realizó el pasado jueves por parte de personal adscrito a la Dirección de Gestión del Riesgo de Desastres de la Gobernación y Corporinoquia, acompañados de funcionarios de la Alcaldía y Bomberos.

Para acceder hasta el sitio exacto donde se encontraba la familia damnificada, tuvieron que cruzar el Río Ariporo en canoas; atravesar monte, sabana y esteros, cargando en sus hombros ayudas humanitarias (láminas de zinc, amarres, alambre, grapas, herramientas, mercados, hamacas, toldillos, cobijas, utensilios de cocina) y dos baterías para reparar la planta solar afectada por la tormenta eléctrica.

Según Guillermo Pérez, director de gestión del riesgo en Casanare, una vez el gobernador Salomón Sanabria, conoció el reporte de la familia damnificada, dispuso el personal y las ayudas necesarias para apoyarla.

Bajo esta directriz, se removieron los escombros de la vivienda, que representaban un riesgo para los abuelos y el niño; se adecuó y se construyó un nuevo techo, en el que la familia puede habitar de manera digna.

La misión especial, se logró luego de 10 horas de camino, 6 horas en vehículos y 4 horas a pie. “El cansancio, la marcas en los pies y los hombros, el sol, el barro y las espinas, hizo parte del sacrificio que se vio recompensado por el cariño y la sonrisa de Darwin y sus abuelos”, manifestó el director departamental de gestión del riesgo.

Por su parte don Elio, se mostró sorprendido por la calidad de personas que visitaron su casa, quienes le dieron motivos para continuar con su vida al lado de su esposa y su pequeño nieto. “Fue un milagro que no me matara la casa cuando se vino abajo. Nunca olvidaré lo que hizo el gobernador por mi familia”, dijo el señor Sánchez.

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