El Congreso de la República eligió este 8 de abril al abogado Álvaro Echeverry Londoño como nuevo magistrado del Consejo Nacional Electoral (CNE), con 205 votos a favor entre Senado y Cámara. Su elección, respaldada ampliamente por la coalición de gobierno, se dio en medio de un proceso expedito con solo dos candidatos inscritos. Aunque fue postulado por el partido cristiano Colombia Justa Libres, Echeverry es ampliamente reconocido como un funcionario afín al petrismo, con un papel clave en la recuperación de votos del Pacto Histórico en las elecciones legislativas de 2022

Más allá de su experiencia técnica, el nombramiento de Echeverry tiene un fuerte tinte político. Su estrecha amistad con la senadora casanareña Sonia Bernal, del partido ADA, y su relación con el exsenador Roy Barreras –de cuyo círculo Bernal hace parte– despiertan lecturas sobre el verdadero poder detrás de su elección. Echeverry fue colaborador de Barreras desde su paso por el Partido de la U y fue él quien lo acercó al proyecto petrista. Esto indica que el exsenador, pese a no tener hoy una curul, sigue moviendo fichas dentro del engranaje institucional del país.

La llegada de Echeverry al CNE cambia el equilibrio interno del tribunal electoral. Hasta ahora, la oposición tenía mayoría en el organismo (6 contra 3), lo que ponía en riesgo a la campaña presidencial de Petro, hoy investigada por presuntas irregularidades en financiación. Con Echeverry, el Gobierno logra empatar la correlación de fuerzas (5-4), lo que bloquea cualquier sanción directa sin al menos un voto opositor adicional. Esto representa un blindaje clave para el oficialismo y podría interpretarse como un mensaje político: el CNE ya no es territorio adverso.
El respaldo que obtuvo Echeverry en el Congreso provino no solo del Pacto Histórico, sino también de sectores de Cambio Radical, el Partido de la U y otras bancadas independientes, lo que sugiere una negociación amplia. A cambio, se habrían pactado apoyos en futuras votaciones legislativas, como la elección de la próxima mesa directiva del Congreso. La oposición, liderada por el Centro Democrático, intentó frenar la votación alegando vicios de procedimiento, pero no logró mayor eco.
El vínculo de Echeverry con Sonia Bernal también proyecta efectos a nivel regional, especialmente en Casanare, donde la senadora ha ido consolidando su influencia como figura nacional. Su cercanía con el nuevo magistrado podría traducirse en una mayor capacidad de interlocución con el órgano electoral, en momentos donde el control de los avales y las decisiones sobre personerías jurídicas se convierten en moneda de poder. La elección de Echeverry no solo fortalece al petrismo, sino que también afianza al barrerismo y al entorno político de Bernal.

En resumen, aunque Álvaro Echeverry cumple con los requisitos técnicos para el cargo, su elección está marcada por amistades, lealtades y cálculos políticos. El Consejo Nacional Electoral, lejos de ser un ente neutral, vuelve a estar en el centro del ajedrez institucional. El futuro dirá si Echeverry actúa como un garante de la legalidad o como un operador más del proyecto político que hoy lo respalda.
