Delfín Rivera Salcedo, nació en el pueblo casanareño de Trinidad, en una casa de piso de tierra… o
por mejor decir, en un rancho de bahareque, el 29 de septiembre de 1958, a las 5 de la mañana…
Delfín Rivera Salcedo –para comenzar – es un hombre estudioso y bastante complejo en su
desarrollo y preferencias culturales. Historiador, lingüista, poeta y literato. Con estudios de
comunicación social y periodismo, maestría en lingüística, inclinado por la dialectología, su tesis de
grado “Léxico dialectal de la ganadería en Casanare” fue laureada por la UPTC sede Tunja.
Es Presidente de la Academia De Historia Ramón Nonato Pérez, fue condecorado con la orden civil
al mérito en la República de Laos; es Caballero Patriota con la Orden Coronel James Roook,
miembro Correspondiente del Instituto Higiniano de Cundinamarca; Barón de Trinidad, Casa
Solariega de Altai E Hyrcania; Caballero de Mérito S. O. M. Constantiniana de San Jorge. Excelsus
Peregrinus; Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Heráldica; Miembro
correspondiente de la Academia Patriótica Antonio Nariño; Miembro Correspondiente de la
Academia de Historia del Meta; Miembro Correspondiente de la Academia Boyacense de Historia,
Miembro Correspondiente de la Sociedad Santanderista de Colombia y Director Académico del
coloquio nacional e internacional de la literatura triniteña, como también del simposio nacional e
internacional de la cultura indígena en Casanare. Es Presidente de la Asociación Colombo-
Venezolana de Escritores Llaneros, Presidente del Círculo de Escritores de Casanare, Miembro del
Círculo de Periodistas de Casanare, fue Ganador del concurso de la letra del Himno a Trinidad,
Casanare, en el que participaron treinta y seis poetas del orden nacional.
En el 2008 fue
condecorado por el municipio de Nunchía, con la orden Salvador Camacho Roldán, en el grado de
Hijo Ilustre. Su libro “Ramón Nonato: El Tigre”, fue catalogado la crítica venezolana como una de
las dos mejores biografías del llano Colombo-venezolano.
Profesor de literatura infantil, investigador del grupo “Si mañana despierto” de la Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia y del grupo de investigación “Hombres de Cubarro”, de la
Academia de Historia Ramón Nonato Pérez; investigador sobre la literatura llanera y el dialecto de
la ganadería en Casanare, poeta, historiador, organizador de encuentros de escritores e
historiadores del llano colombo-venezolano. Con veintinueve libros publicados sobre literatura,
poesía e historia casanareña.
En el campo de la literatura poética, ha publicado los Poemarios “Cantos de Gavilán”, “Cantos de
Alcaraván”, “Antología Poética Triniteña”, “La tinaja de mis versos” “Poesía Bicentenaria”, “Poesía
Mítica del Llano”, “Poesía dialectal” y las antologías de escritores y periodistas casanareños,
“Casanari, letras de fuego” y “Palabras Invencibles”.
La crítica poética expresa lo siguiente sobre la poesía de DELFÍN DE LOS LLANOS como lo llaman los
poetas llaneros:
El poeta Pedro Medina Avendaño, Académico de Número de las Academias Boyacense de Historia
y la Sociedad Santanderista de Colombia, Refiriéndose al poemario Cantos de Gavilán, escribe:
“Realmente la obra poética de Delfín tiene la fuerza literaria y telúrica tan robusta que excluye todo
padrinazgo que no sea el del buen gusto de los lectores para quienes realmente está dirigido. Pero
como a los honores no se renuncia, diré que en los versos que contiene este libro palpita la llanura y
alumbra de regreso el sol que no fluye del horizonte como un globo de fuego sino como la propia
sangre del poeta de donde retorna como haces de luces sobre la asombrada expectativa de la
sensibilidad que tienen los aficionados a las cosas bellas”.
Y, Eduardo Mantilla Trejos, escritor y poeta llanero, premio nacional de novela llanera,
escribió sobre el mismo libro:
“Con cierto desenfado que es muy propio de los hombres llaneros, Delfín Rivera Salcedo ha escrito
un libro – ¿acaso el segundo? – de poemas que titula “Cantos de Gavilán”, ¿pero es – pregunto yo –
que ese libro de poemas podía llamarse por ejemplo, “¿Cantos de Paloma?”, ¡Imposible!. El único
título posible es Cantos de Gavilán.
Porque son cantos duros y verticales, divididos en tres cuerpos: el primer recoge lo que el autor llama
Cantos Libertarios que, en rigor, son reclamos fehacientes a la sociedad colombiana por las injusticias
sociales que se cometen sin tregua contra el pueblo desamparado. Delfín asistió en sus épocas
universitarias a caldeados recintos donde se debatía la problemática nacional. Productos de esos
estudios son los cantos que constituyen esta primera parte y que, en cierto momento, se elevan
como una bandera para exigir
Que paguen al obrero su salario,
que las leyes escuchen tus reclamos…
que se diga la verdad en nuestros diarios…
La segunda y tercera parte de la obra son cantos rimados y no rimados donde el autor examina la
sensualidad y el amor desde distintas ópticas y en forma a veces descarnada y a veces con mixturas
y arrobos nerudianos.
Delfín es así: complejo.
En este libro que, en verdad, no aparenta mayores pretensiones, Delfín toca los dos resortes
principales que han movido el accionar de la humanidad; la muerte y la vida, la declinación y el
nacimiento.
Hay una conexión con la muerte cuando el hombre cuestiona la sinrazón de la existencia y señala los
vicios y falencias de la organización humana. Bien por el contrario, hay una comunión con la vida
cuando la palabra y el sentimiento se detienen en la atracción de la pareja y los deliquios frente a la
“mujer de mis colinas”, como en algún pasaje lo proclama el poeta.
Para entender este libro de Delfín Rivera Salcedo, bueno es saber de antemano que el llano es una
tierra híspida, donde se dan con intensidad similar el invierno y el verano, el plan y el cerro, la vida y
el fenecimiento”.
Nelson Montiel Acosta, Presidente de Instituto de Investigaciones del Llano, y decano literatura de
las Universidades Ezequiel Zamora de Barinas, y Simón Rodríguez de San Fernando de Apure
Venezuela, al prologar el poemario Cantos de Gavilán, dice que:
“Delfín es un hombre de compromisos con su país, y con sus afectos se desprende de sus textos. La
primera parte nos muestra a un Delfín creyente en los proyectos de redención política, tocado por
los afectos caídos en las tinieblas de la guerra, ofreciendo un arsenal de poemas para enfrentar la
intolerancia que nos divide, nos excluye y aniquila. Después encontramos un Delfín lúdico. Eso lo
mantendrá vivo y como él es contagioso, estará presto a dar lecciones de vida y de optimismo en un
momento donde hay que anteponer el humor y la pasión por la tierra a las tentaciones planetarias
del exterminio”.
El gran poeta tameño Héctor Paúl Vanegas escribe sobre dicho poemario:
“El poeta camina en sueños de su propio sentir, en el silencio, con la mirada profunda en medio de
abrojos y mantos de rosas; algunas veces con el alma deshecha buscando a Dios entre la niebla, pues
su clamor se ha perdido en la inconciencia; pero lo encontrará en los corazones buenos henchidos
de ilusiones, de esperanza, de paz y amor a la patria; pero en otras se refugia en el Edén del amor,
trasegando sentires que le incentiva la mujer de sus sueños para escribirle miríadas de versos,
pletórico de emoción romancera. Así es la personalidad de Delfín Rivera en su libro Cantos de
gavilán”.
“Delfín Rivera Salcedo llanero integral con herencia literaria ancestral contenida en los tres
elementos con los que nace un llanero: el romance, las historias y el canto. La poética de Rivera
Salcedo se caracteriza por su riqueza expresiva que se manifiesta a través del oxímoron de metáforas,
símiles, epítetos, etc., adjetivos con los que se crea imágenes cálidas, coloridas, sensuales, tiernas y
eróticas. Su verso libre es vasto y conmovedor unas veces, apacible otras, pero siempre hila en el
cauce solemne del erotismo y la libertad, del costumbrismo y la emancipación. La poesía en él es una
imagen que se sustenta en sí misma, es una revelación de sí misma que el poeta hace de sí mismo, al
lado de la imagen de su amada, de su ideario, de su pueblo, de su llaneridad. La genética lo surte de
información, creatividad, composición musical y folclor mágico.
Es el elegido por la tradición literaria
llanera para continuar la labor de otros que ya partieron hacia la vastedad de lo ignoto, dejándonos
trozos de historia, canciones y coplas, inmersos en el sentir de cada pueblo que Delfín está
desempolvando del libro de la memoria histórica de su Casanare”.
En cuanto a la colección poética Cantos de Alcaraván, la poeta Cristina Maya, catedrática de
Literatura Colombiana e Hispanoamericana en la Universidad de La Sabana y en la
Universidad Jorge Tadeo Lozano, premio nacional de poesía y académica de la Academia
Colombiana de la Lengua, escribió:
Delfín Rivera es un autor prolífico que une, al cultivo de la poesía, el interés por mantener viva la
cultura de su tierra, a través de encuentros literarios y la difusión de sus valores. En Cantos de
Alcaraván, sus temas principales son lo político, lo amoroso, lo erótico y lo autóctono llanero. Los
poemas amorosos, que abarcan casi la totalidad del libro se desbordan en emotivas expresiones
donde el paisaje y la mujer a la manera de los románticos, se identifican. Nos recuerdan ciertos
acentos de esa poesía vital ligada a la tierra que algunos de nuestros poetas elaboraron con
virtuosismo.
Y así van entretejiéndose uno a uno estos poemas de amor que son a veces exaltación vital, otras
ausencia y tristeza, otras pasiones, para confluir en otro de sus amores: la tierra natal. Por eso, en
sus “Cantos llaneros”, Delfín Rivera se expresa como el nativo que conoce a fondo todas las
tradiciones de su entorno; cultor de ellas como el que más y de todo el acervo lingüístico de su
región. El poema “Llanero soy” refiere esta experiencia desde la infancia. La hora de la madrugada,
el baño, el procaz desayuno y finalmente el ordeño; luego la elaboración del queso, la cuajada, el
mielmesabe y el cuajo. Más tarde la revisión de los potreros para domar, capar y arrendar los
caballos. El lenguaje típico de los Llanos se ostenta en estos versos como un importante aporte
lingüístico para el conocimiento cabal de este entorno.
Nariciando, cacheriando
cadenetiando al becerro
arcionando, arrebiatando
cagaleriando y corriendo
res que salía del rodeo
se le obligaba al regreso.
Asimismo, se refiere a su rancho de adobe y bahareque, a las opulentas comidas típicas y a la
música expresada en el joropo y la copla, para terminar, diciendo:
De costumbres de mi tierra
tengo el poyero cargado
me sirven de bastimento
si voy en mi rucio cano
¡costumbres vuelen al viento!
Defendamos nuestro llano.
¡Cómo nos recuerdan, estos versos, a José Hernández, el poeta argentino de la vida del gaucho en
el Martín Fierro!
Habría que aludir también a estas coplas donde se revelan también los mitos y creencias de su
pueblo:
Dicen que el que toma agua
del tinajero sagrado
jamás se va de mi llano
y se queda para amarlo
porque se toma el espíritu
del silbón y Juanilario.
Conocer, amar y defender las costumbres típicas de la región nativa es hacer patria y cimentar la
identidad, especialmente en estas épocas, en las que la globalización amenaza con borrar las
fronteras y uniformarlo todo, olvidándose de la cultura íntima de los pueblos. Delfín Rivera ha
acudido a este llamado de preservación y ello constituye un gran valor más cuando se hace a partir
del mismo lenguaje regional símbolo inequívoco de su tierra. Por eso escribe poesía, como un
testimonio, como un legado.
Sus poemas libertarios son otra faceta de sus inclinaciones poéticas. Allí está en hombre rebelde,
soñador de la equidad, el que busca la libertad por encima de todo, pero también el que añora la
paz. En un país como el nuestro que ha estado en guerra por tantos años, es imperativo buscarla.
Y, también, el gran escritor y poeta boyacense, miembro de la Academia Boyacense de Historia,
Fernando Soto Aparicio, define al poeta Delfín Rivera Salcedo como:
“un abanderado de lo que ha dado en llamarse “la llaneridad”. En esa palabra caben muchas otras:
libertad, respeto, valentía; y también: joropos, horizonte, inmensidad. La llaneridad es un estado del
alma; es un decirle: ¡presente! a Colombia; es un estar listo para el abrazo, tener la mano franca para
estrechar otra mano amiga; es subirse a los lomos de un caballo o a los lomos infinitos de la
madrugada, y salir sobre él y sobre ella a conquistar el mundo. El Llano sigue siendo un milagro, y
quienes hemos vivido en esa tierra ya nunca perderemos la marca que nos deja en el cuerpo y en el
centro preciso del espíritu para todo el resto de nuestra vida”.
En un artículo titulado “Delfín pincelador de pueblos”, el poeta venezolano Luís Mendoza Silva, así,
expresa su concepto sobre la poética Riveriana:
La poesía es simplemente la poesía, sin remoquetes ni otros dictados, y como tal existe desde
siempre canaleteando mundos, para decirlo con frases del Indio Antonio Aponte. Y es justo decir,
que la poesía a pesar de los embates del propio tiempo, no ha sufrido transformaciones de fondo,
pues, sigue su destino hacia las regiones insondables con absoluta libertad, sin dejar de cumplir su
rol de cronista y/o guardián de la memoria.
Y, es precisamente allí, en el cumplimiento de su sagrado oficio, donde el poeta Delfín cual orfebre
abnegado que anda a la caza de motivos para asombrar la palabra misma, desempeña su postulado
de pincelador de pueblos. Como el artista que va pintando desde la sencillez, cada paisaje, cada
motivo y cada detalle, aprovechando las luces del entorno, para que la historia sea imagen y esencia,
patrimonio y herencia.
En tal sentido, queremos resaltar que la poética de Delfín Rivera Salcedo, cumple a cabalidad su
cometido, pues, se convierte en canción de todos, voz de pueblo, no solo por la fuerza expresiva, si
no por el ímpetu con que ha sabido cabalgar las sabanas del romance y otros exigentes géneros
clásicos y de vanguardia, como la prosa y el ensayo, a través de los cuales va graficando pueblos y
despertando personajes dormidos en el polvo silencioso de los siglos.
De igual manera, la literata, lingüista y licenciada María Isabel Vaca Vega, realiza un análisis adjetival
con el título: “Viaje al fondo del poeta: adjetivación en el poema Cartas a un amor lejano de Delfín
Rivera Salcedo”. María Isabel, presenta un interesante trabajo de tipo lingüístico en el que analiza
con mucho acierto el uso adjetival empleado por don Delfín Rivera Salcedo en este poema. Destaca
en él la construcción poética y su estructura lingüística llena de combinaciones, expresiones audaces
que dejan ver en el poeta su ingenio y rigurosidad en la elaboración del texto poético. De dicho
trabajo plasmaremos solo lo referente al uso adjetival, así:
El uso adjetival en el poema es pertinente y adecuado empleando adjetivos de gran valor expresivo
en el poema Cartas para un amor lejano es una peculiaridad del estilo de Rivera Salcedo. En este
caso, la adjetivación expresa cualidades o estados de los sustantivos cuyo significado complementa
o clarifica de manera profunda. La adjetivación se realiza en varios niveles: morfológico, sintáctico,
léxico-semántico. Veamos algunos ejemplos: /En la asfixiante lentitud con que transcurren/ –
imperfectivo- (vv 1), / las punzantes horas de mi insomnio/ – episódico de estadio- (vv 2), /El aliento
de las rosas, que es el tuyo/ – calificativo restrictivo- (vv 4), /tu voz, cual rumor de olas cantarinas/ –
calificativo restrictivo – (vv 5), /tu cabellera, cual mañana radiante de alegría/ –símil- (vv 6), /Tu mirar
incendiado de ternura/ -epíteto metafórico – (vv 11), /las huracanadas ráfagas de amor/ -calificativo
no restrictivo prenominal- (vv 12), /los rayos fulminantes de pasión/ -calificativo restrictivo
posnominal- (vv 14) /y la tibieza escarchada/ -0xímoron-, (vv 16), etc.
También el escritor, lingüista, académico de número de la Academia Colombiana de la Lengua,
doctor Mariano Lozano Ramírez, analiza el estilo poético de Rivera Salcedo, así:
Empezaré estas líneas expresando mi sentimiento de admiración y respeto por don Delfín Rivera
Salcedo quien ha dedicado mucho tiempo de su ciclo vital al estudio, compilación y publicación de
las manifestaciones llaneras en sus distintas modalidades, lo que permitirá a las generaciones
venideras la conservación de la cultura de los llanos orientales de Colombia (Meta, Casanare, Arauca,
Vichada y norte del Guaviare) en sus diferentes manifestaciones.
Vaya nuestro más alto reconocimiento por todo lo que su presencia en las letras y en la expresión
de la llaneridad significan sus excelentes aportes sobre las costumbres y las tradiciones del pueblo
llanero, ya en la literatura, la historia, la lengua, la docencia y la investigación en los diversos campos,
temas, géneros y materias relacionadas con el hombre y el llano Casanareño, en especial, por la
atinada labor de rescate y publicación de todo lo concerniente a la historia literaria y lingüística de
su pueblo natal, la Santísima Trinidad del Pauto