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VECINOS DE “MI NUEVA ESPERANZA” RECUPERAN LA PAZ LUEGO DE ACUERDO COMUNITARIO

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Luego de varias semanas los vecinos del lote 345 en el asentamiento “Mi Nueva Esperanza” ya se habían cansado del torrente de acusaciones que, según ellos, se revolvían con versículos y citas bíblicas en la voz incansable del predicador, Braulio Velandia Peña.

“Diooooosssssss… Nuestro Señor… perdona a estos blasfemos… a esta ‘bruja’, a este ‘pecador’, a estos ‘adúlteros’, a estos ‘abusadores’ y ‘pecadores’…”, eran los gritos que, por largas horas, incluso en las noches, torturaban la tranquilidad de varias familias, cercanas a la casa del pastor.

El chorro de versículos se colaba implacable por entre las junturas de los techos y paredes de lata e interrumpía las clases virtuales de los niños, la tarea diaria de la vecina que pelaba papas, o el trabajo de otra mientras despachaba en su tienda… a veces, incluso con el goteo interminable de los aguaceros, caía el chaparrón de la predicación…

“Cada quien tiene su fe y tiene derecho a expresarla, pero de buena forma, sin ofender a nadie, con respeto, con consideración por la tranquilidad de las personas, pero en este caso, la gente nos buscó porque ya se habían cansado de la conducta del vecino…”, dijo Javier Pérez, líder comunal que comenzó a buscar la forma de resolver el problema que estaba a punto de pasar a mayores.

Incluso, algunas veces, por las estrechas callejuelas cercanas a la casa, en ocasionales encuentros, algunos ya le habían dicho al pastor que se habían cansado de las oraciones plagadas de insultos y señalamientos.

Por fortuna, después de varios días tensos, la intervención del dirigente Pérez, a través de su Fundación “Actos de Paz, Perdón y Reconciliación” y el apoyo de la Casa de Justicia de Yopal, “obraron el milagro” de apaciguar los ánimos.

El asentamiento se ubica por cerca de 10 cuadras (entre las calles 40 y 50) de Yopal, delimitado por la corriente del caño Usívar y una única calle, en un terreno privado que desde junio de 2012 fue tomado por más de 400 familias que están a punto de cumplir 10 años de una incansable lucha por su vivienda.

“Este no es el único problema en el sector”, agrega el dirigente comunal quien a pesar de no pocos señalamientos y amenazas, intenta buscar salidas pacíficas a los conflictos comunitarios.

Hoy, al menos en este caso, entre las familias del asentamiento, se respira un nuevo ambiente.Luego de varias jornadas de acercamiento y de una larga reunión, el pastor Velandia se comprometió a “bajarle el tono” a la predicación y a los señalamientos sobre los presuntos pecados de su vecindario.

“Esto ya está resuelto… pero que quede claro que mi prédica es a puerta cerrada, con mi esposa, tres veces a la semana, no todos los días ni todo el día… pero bueno, cada quien tiene su religión y yo me comprometo a no molestar, pero invito a todos a cumplir las leyes de los cielos y las leyes de la tierra y a creer y a respetar a Dios”, dijo el pastor.

“Yo confío que él cumpla porque sí ya estaba muy aburridor llegar uno a la casa y empezar a oír sus acusaciones falsas… el señor tiene derecho a su fe y su creencia, pero que nos respete y nos deje tranquilos”, dijo Asdrúbal Barrios Castro, un hombre altísimo, blanco también de los terribles e inimaginables señalamientos del predicador.

A la fecha, entre las familias se han cumplido los acuerdos y se ha visto un respeto a través de comportamientos tolerantes.

La prédica bajó de tono. La paz, volvió entre los vecinos… y, en cuanto a los pecados… en esos temas no vamos a meternos, allá cada quién con su conciencia.

https://youtu.be/gxb6239qtP4

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