Por MIGUEL ARANGO / Crónica Urbana / Exclusiva para EL NUEVO ORIENTE
El «escuadrón suicida» lo conformaron un grupo de estudiantes rebeldes contra el golpe de estado que propinó el general Gustavo Rojas Pinilla al presidente Laureano Gómez Castro en 1953. Finalmente en 1957, mediante la convocatoria de diferentes fuerzas políticas, los partidos liberal y conservador, la banca y los sindicatos, se logró la renuncia del golpista
Aferrado a los principios filosóficos, sobre la protección de la propiedad privada, la autoridad patriarcal en la familia, la soberanía religiosa y la moral, la igualdad legal contra el privilegio aristocrático, universitario o de cualquier otro tipo, la tolerancia real y efectiva contra el exclusivismo, Oliverio Bohorquez Riaño, defiende con vehemencia esta tesis, como si viviéramos la década de los años 30 o 40.
Es la doctrina del partido Conservador, que lideró el periodista y estadista, Laureano Gómez Castro, quien durante tres décadas lo convirtieron en uno de los líderes más prominentes defensores del conservatismo y considerado uno de los oradores más eminentes de América Latina.
Oliverio, proviene de una familia bipartidista, nació en Moreno (como entonces se llamaba Paz de Ariporo), fortín liberal de la época, descendiente de una casta de conservadores como los Bohórquez de reconocidos liderazgos “godos” como llamaban despectivamente a los de la bandera azul y los Riaño, Liberales “cachiporros”, “chusmeros” como calificaban a los militantes del trapo rojo, agrupaciones políticas que se odiaban a muerte.
OLIVERIO BOHÓRQUE (FOTO: Miguel Arango)
Como hecho curioso, el compositor de música llanera, Domingo Riaño, su primo, fue un reconocido revolucionario liberal, un “chusmero” a órdenes del Tuerto Giraldo y Guadalupe Salcedo, chusma que tenía como objetivo identificar godos y combatirlos.
Así hoy parezca absurdo, las gentes se enfrentaban y se mataban unas con otras, solo por portar un trapo azul o rojo.
Centenares de miles de personas, la mayoría campesinos, murieron violentamente, defendiendo uno u otro partido.
Podríamos asegurar que Oliverio Bohórquez, no solamente es un sobreviviente de una funesta época de violencia, sino que además, conquistó su gloria política, en pueblos liberales de Casanare y Boyacá, donde todo mundo sabía que, Oliverio, era un ferviente militante de las toldas azules, conservador «hasta los tuétanos», como el mismo se califica.
No fue sino que se recibiera como abogado, para iniciar sus actividades políticas en Sogamoso, la llamada Plaza Roja de Boyacá.
Con el respaldo de liberales y desde luego de los militantes de su partido conservador, logró ser Concejal, Diputado, Personero, Contralor, Representante a la Cámara, secretario de despacho y gobernador encargado de un pueblo que no era su pueblo y con una mayoría de militantes que no eran de su partido.
Para Oliverio Bohórquez, la proliferación de partidos que ahora se disputan el poder, no distan mucho a los principios filosóficos de las tradicionales militancias, presentadas con diferente ropaje, pero a pesar de los vestidos de oropel con que quieran disfrazarlos, siguen siendo lo mismo.
Igualmente, sostiene Oliverio, que el comunismo, no ha logrado en el tiempo, destruir esos principios, porque se convirtieron en un capitalismo de Estado.
Los nuevos partidos, no son otra cosa diferente los partidos tradicionales, con apodos, tratando de vender un cambio, para que todo siga igual.
Refiriéndose a Jorge Eliecer Gaitán, el gran contradictor de Laureano Gómez, Oliverio lo califica de “demagogo” que en sus discursos manifestaba que «este país se arreglaba con 10 entierros de primera».
“El de Gaitán, fue el primero y todo siguió igual”, dice el jurista conservador.
A propósito del asesinato de Gaitán el 9 de abril de 1948, recuerda que se levantó el populacho liberal para derrocar a Mariano Ospina Pérez, quien ejercía la Presidencia de la República y ante la ola de violencia que estaba destruyendo a Bogotá, llamó a pedirle ayuda a José María Villareal, gobernador de Boyacá, y este, reclutó a mil muchachos de Boavita, de la vereda Chulavita, los armó con una escopeta cada uno y los envíó a Bogotá a defender al gobierno.
La Chusma liberal ante la resistencia de los nuevos policías chulavitas, no pudo tumbar a Ospina Pérez.
Sin embargo la violencia no tenía límites y se produce el golpe militar.
Oliverio argumenta que, en el año 50, vienen las alecciones y asesinan al hermano de Darío Echandia, quien aspiraba por el liberalismo, este se retira por falta de garantías y el pueblo elige a Laureano Gómez Castro, quien se presentó sin oponente alguno.
En el ejercicio del poder a Laureano Gómez le ocurre un accidente cerebro vascular y mientras se somete a tratamiento médico, deja la presidencia a cargo de Roberto Urdaneta Arbeláez; un militar boyacense, Gustavo Rojas Pinilla, conservador tunjano, fue designado comandante del Ejército.
El 13 de junio de 1953, cuando Laureano Gómez, ya recuperado se enteró que a un amigo, liberal, Gilberto Echavarria lo estaban torturando en las instalaciones del Ejército, se dirigió a palacio reasumió el poder y destituyó a Rojas Pinilla, quien reaccionó con el apoyo de las otras fuerza militares y de los jefes conservadores Mariano Ospina Pérez y Gilberto Alzate Avendaño y consolidó el golpe militar.
El casanareño Oliverio Bohórquez Riaño con otros muchachos, conformaron entonces, una organización que se llamó «el Escuadrón Suicida», le hicieron oposición a Gobierno de «Gurropín» (como dio en llamarse al dictador), hasta lograr derrotarlo el 10 de mayo de 1957.
Quienes conocen a Oliverio Bohórquez, saben que es un hombre lleno de anécdotas históricas, conversador y mamagallista.