UNA CARRETERA QUE ES «TIERRA DE NADIE»
Columna de opinión («Ciudadano Arriesgado»)
El fin de semana pasado, que de casualidad era puente festivo, tomé la arriesgada decisión, bajo mi propia responsabilidad, de hacer el viaje de Yopal a Bogotá por la vía del Cusiana… había consultado con contactos en Pajarito y Toquilla sobre el estado de la vía y ambas fuentes me habían dicho que «la carretera estaba transitable y había buen tráfico vehicular».
Lo cierto es que la vía, aunque con una restricción para su movilidad desde hace varios meses expedida por INVIAS, pues presenta un alto tránsito de vehículos, camperos, camiones e incluso busetas se desplazan por este importante corredor vial que une a Casanare con Boyacá y el centro del país.
El viaje comenzó aproximadamente a las 2 de la tarde en un vehículo tipo camioneta que permitía el paso por las zonas afectadas. Me encontré con tres puntos críticos: uno en el sector de Chorro Blanco, en el puente e igualmente en el sector de la quebrada la Granja, donde las constantes lluvias generan periódicos deslizamientos de tierra.
Advirtiendo el cierre ordenado por el INVÍAS hay qué decir que no se ve durante todo el trayecto ni una sola autoridad de tránsito, ni policía de carreteras, ni mucho menos Ejército… las únicas personas que ejercen algún tipo de «control» o más bien de «ayuda» a los transeúntes son de la comunidad…
Algunas, mientras están arreglando la vía para permitir un paso artesanal de los vehículos que transitan por este corredor, recogen las monedas y billetes que los conductores les regalan.
Para los automóviles es una travesía bastante riesgosa pues hay puntos donde un vehículo demasiado bajo no puede pasar o lo hace dificultosamente… hay sectores de la carretera donde se ha hundido debido a los deslizamientos y tramos donde la carretera y los vehículos terminan transitando por la trocha paralela a la vía que antiguamente se veía pavimentada.
Este es un ejercicio de trabajo «en terreno», para hacerle un llamado urgente a las gobernaciones de Boyacá y de Casanare, a la Policia de Carreteras, a INVÍAS, Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) y a las autoridades que correspondan, por su competencia sobre esta carretera que ha servido muchas veces veces de ruta alterna ante los problemas de la vía Bogotá a Villavicencio.
A la maltrecha vía hay que prestarle urgente atención, para que se haga respetar y cumplir la resolución de cierre mientras se adelantan las obras y que ojalá se realicen de la manera más ágil, pues a pesar de seguir «cerrada» (entre comillas) por medio de la resolución, muchos viajeros, conductores, transportadores y comerciantes se ven en la necesidad de tener que utilizar esta vía bajo su propio riesgo.
Así que solamente hay dos caminos: arreglarlo rápidamente la vía y ponerla en funcionamiento nuevamente o cerrarla por completo, evitando el tránsito de los vehículos y evitando, Dios no lo quiera, una tragedia.