En el departamento, la cifra de desaparecidos alcanza las 2.313 personas, según estadísticas de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UPBD).
Actualmente, dicha entidad adelanta decenas de procesos de búsqueda, de las solicitudes recibidas por familiares de desaparecidos en Casanare a finales de los años 90 y comienzos de los 2000; por su parte, las organizaciones sociales hacen lo propio… las madres buscadoras siguen con la esperanza de encontrar a sus familiares, conocer las razones por las que fueron víctimas del conflicto, saber si siguen o no con vida.
A la lucha, de más de 20 años se suma otra interrogante: hasta cuándo seguirán colaborando de manera voluntaria los ex combatientes detenidos.
Recordemos que las Autodefensas Campesinas de Casanare (ACC), o «Buitrageños», liderados por alias «Martín Llanos», no se acogieron a la Ley de Justicia y Paz que desmovilizó gran parte de los grupos paramilitares del país, es por esto que las declaraciones de los ex paras detenidos ha sido completamente voluntarias.
Pero con el paso del tiempo estos ex combatientes han ido cumpliendo sus condenas, otros están a punto de cumplirla o de, por lo menos, lograr su libertad condicional, y es justamente esta razón por la que han empezado a “cerrar la boca”, y en muchos casos a no recibir a las buscadoras, sus abogados o delegados de las asociaciones y ONGs.
“Yo ya cumplí mi pena, no me voy a ‘clavar’ otros años más por estarles ayudando“… ha sido la respuesta recurrente de muchos de los internos.
Es por esto que las voceras de estas organizaciones, muchas de ellas que laboran sin recursos económicos, están pidiendo a la JEP, a la Oficina del Alto Comisionado para La Paz, la UBPD e incluso a la Comisión de la Verdad, llegar a los centros de reclusión con campañas pedagógicas, que hagan entender a los informantes que la información que se entregue en los procesos de búsqueda dé desaparecidos es netamente humanitaria.
Estos datos no tienen implicaciones judiciales y no van a afectar las penas que están a punto de cumplirse por parte de los informantes, ni van a sumar más años a sus procesos, pero sí pueden ayudar a muchas familias a darle un cierre a su dolor, a su angustia y a su espera.
El camino de quienes buscan a familiares desaparecidos en muchos casos suma más de una década y, por ahora, ven con preocupación y ansiedad la posibilidad de perder el rastro que han logrado construir durante todo su trabajo de años.
