Aunque suene increíble, María Inés Rojas utilizó por largo tiempo un carrito de mercado para movilizarse.
Esta mujer a quien aqueja una dolencia de retención de líquidos en sus extremidades inferiores y que adicionalmente sufrió una grave fractura en su pierna izquierda, adaptó como “silla de ruedas” un viejo carrito de mercado.
Doblando alambres, y modificando la estructura a modo de una silla, de esta manera María Inés lograba moverse para realizar algunas actividades cotidianas. Sin embargo, la incomodidad era bastante: obviamente, una silla de ruedas no se puede remplazar con nada pero como ella no la tenía, pues tuvo que adaptarse a sus precarias circunstancias.
Ella vive en una de las casas humildes y alejadas de la Bendición. Un predio sin dirección adonde la ayuda de un diputado llegó por señas, preguntando a los amigos… averiguando cómo llegar al sitio donde nadie más (ni siquiera los gobiernos que todos los días hacen anuncios y alharacas de sus “políticas sociales”), había llegado.
Y ayer, precisamente el 31 de octubre, Víctor Hugo Tamayo, el diputado de la salud y de su eterno sonsonete de “soy Tamayo y no me callo” llegó como un ángel sin disfraz y le entregó a María Inés una silla de ruedas, la anhelada silla que ella esperó por largo tiempo y no recibió de las manos de nadie.
“Buenos días Martín, esto es para comunicarle del trabajo de Tamayo, estas son las sillas que está entregando el diputado Víctor Hugo para personas discapacitados del departamento de Casanare… ayer él entregó está silla nueva a una señora que la necesitaba urgentemente en la Bendición… es el único diputado que en la salud está respondiendo…”, escribió el periodista del pueblo, Luis Alfonso Arias Sierra, mejor dicho, el popular Guri-Guri, uno de los que ayudó a Tamayo a ubicar a María Inés…
