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FERNEY SALCEDO: EL LÍDER QUE ENFRENTA A UNA PETROLERA AFERRADO AL SANTO ROSARIO

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Desde el día que Ferney Salcedo decidió asumir la vocería de las comunidades de San Luis de Palenque (Casanare), frente a los desmanes de la petrolera Pacific Rubiales (que después pasó a llamarse Frontera Energy), sabía que tendría problemas. Eso sí, jamás llegó a imaginarse que por cuenta de esa lucha social, iba a terminar preso, 500 días, sin condena, remitido a una de las más temibles cárceles del país (la Picota) y hasta afectado por la temible Covid-19.

Salcedo es un exconcejal nacido y criado en los llanos de Casanare, devoto de la Virgen y desde la más tierna infancia un católico de convicción que rezando el Santo Rosario encontró alivio para los amargos días y noches que pasó en la cárcel, hasta el día que un juez decidió ponerle fin a la tortura y decretar su libertad.

Mientras él estaba en prisión, su esposa, Yulivel Leal, compañera de luchas y desvelos, vivía su propio calvario: por la misma causa, dizque por hacer parte de un grupo terrorista y promover paros y desmanes contra la petrolera, a ella le impusieron una medida de encarcelamiento «domiciliaria» que la confinó a una casa en Yopal, junto a sus hijos, donde también estuvo por los últimos dos años.

Ferney, Yulivel y seis amigos y vecinos más del llamado Bloque petrolero del Cubiro, que se extiende por varias veredas del sector limítrofe de Trinidad y San Luis de Palenque, fueron capturados en noviembre de 2018 por una unidad élite de militares, policías y fiscales que desplegó hasta helicópteros para sacarlos a él y a 6 campesinos y empresarios más de sus fincas, en medio de una demanda interpuesta por un empleado de la petrolera.

A propósito, esta «víctima» de los «desmanes» de los líderes sociales (a quienes se señaló de conformar un grupo terrorista llamado «Jinetes del Careto» y que no existe en ninguna base de datos de inteligencia del país) ya no es empleado de la petrolera. Lo «echaron hace rato», comentan.

Desde entonces, Ferney y este grupo de dirigentes, que recibieron de su comunidad el encargo de representarlos en las reclamaciones laborales, ambientales, sociales y de contratación, ante la compañía, han vivido un intenso acoso judicial de la Fiscalía colombiana, cuya capacidad investigativa está alimentada por jugosos convenios de recursos que ECOPETROL y otras empresas, inyectan al ente acusador para «mejorar la capacidad de respuesta del sector de hodrcarburos, ante efectos de bloqueos de vías» y demás «riesgos» que enfrenta esta industria en Colombia.

Entre el conjunto de delitos que se les endilga, Ferney y sus vecinos, son señalados de concierto para delinquir, bloqueo de vías públicas, violencia contra servidor público. El juicio como tal, incluso después de casi dos años de sus capturas, aún no comienzan, y luego de todo este tiempo encarcelados apenas a partir de mañana 23 de septiembre vendrán nuevas audiencias judiciales.

Entre las personas a las que agradeció, se refirió especialmente a los abogados de COSSPAC y del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos (CSPP), dos OnG´s que le han prestado un vital apoyo jurídico. «También quiero agradecer muy especialmente a nuestro gran defensor, el Dr. Cortés», haciendo alusión a Jorge Cortés Colmenares, su abogado.

«Yo sí quiero que el juicio empiece ya. Para desvirtuar todo lo que se ha dicho de nosotros y para que realmente miren a ver si pueden demostrar todas esas acusaciones en contra nuestra», dijo Ferney, aferrado a una camándula, ante un enjambre de periodistas que escuchaba sus palabras.

En la entrevista, contó de todo: las persecuciones en la cárcel de Yopal (de donde lo sacaron sorpresivamente a La Picota, por reclamar condiciones más dignas para los presos), los días y noches de desesperanza, las demoras de autoridades penitenciarias en notificar novedades que incluso le costaron más tiempo de agonía judicial y, sobre todo, la añoranza de la familia, de sus dos hijos de 12 y 14 años, a quienes no pudo ver en casi dos años.

«Están grandes»… dijo Salcedo, con la voz quebrada por la emoción. Casi ya son más altos que él. Uno de ellos le contó que había decidido dejar la ilusión de volverse futbolista y que ahora su gran sueño es volverse un abogado.

«Es que quiero aprender a defender a las personas», dijo el muchacho.

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