A los 92 años de edad murió en Monterrey, sur de Casanare, el excombatiente de la guerrilla liberal, Álvaro Fula, conocido como “el Búfalo Bill criollo”, un hombre que protagonizó algunas de las luchas políticas de mediados del siglo pasado.
Era hijo de un padre conservador que nunca lo reconoció por lo que asumió con orgullo el apellido materno, recuerda el exalcalde de Monterrey, periodista y quien lo conoció y escribió el siguiente perfil biográfico que hoy publicamos con autorización de su autor.
Esta nota, fue escrita en mayo pasado, cuando Fula cumplió 92 años de edad.
ÁLVARO FULA “EL BÚFALO BILL CRIOLLO”
Por NELSON BENJAMÍN BARRETO VACA
Ver a Álvaro Fula es como extraer un personaje del viejo oeste americano; su aspecto rubio, ojiazul y sus 1.85 de estatura nos recuerda a los cowboys, vaqueros de las películas (Búfalo Bill o el general Custer).
Este hombre lleva el apellido de su madre con orgullo, porque según él, el de su padre no lo merecía. Eran enemigos por política. Alvarito era liberal y su papá godo.
Muchas veces su papá lo desafío a los puños o al plomo y Álvaro por evitar una tragedia prefirió salir de casa.
Llegó a Monterrey, a la finca del finado Luis Álvarez, en la vereda Guayabal, huyéndole a la violencia. Provenía de Machetá (Cundinamarca).
Allí trabajó como obrero, luego lo haría en las fincas de Luis y Manuel Fernández. En una de estas fincas, la Guadalajara, empezó con don Pablo Bautista a atacar a la fuerza pública.
«Me acuerdo que, empezando, atacamos una patrulla militar cerca de la ‘bomba’ de don Luis González y dimos ‘de baja’ como a 35 soldados, solo quedó vivo un teniente que lo hicimos prisionero. Nos fortalecíamos con las mismas armas de los caídos en combate y muchos de los vivos terminaban uniéndose, como el cabo del Ejército, Dumar Aljure, y un Capitán González.
“Con nosotros era duro ‘peliar’ porque se combatía era hasta morir, o ellos o nosotros y esto era por defender nuestra vida y la de nuestros seres queridos.
“El gobierno no pudo con nosotros, nos mandaban aviones con bombas y nosotros ‘tumbamos’ varios a plomo.
“La verdad el gobierno nos tenía miedo. Yo cargaba un 38 largo Smith & Wesson y una escopetica 30-30 como las de las películas, donde yo ponía el ojo… ahí ‘totiaba’.
“Por eso, don Pablo me ascendió rápidamente a cabo.
“Luego vino la negociación como al año, después de que un grupito de comandantes mataran a ‘los propios’.
“Ese fue un error grande que hasta el día de hoy les pesa, porque esta gente, los Bautista sí eran unos señores para la guerra, eran muy correctos, bravos y disciplinados.
“Es que a ellos les cogieron ‘en odio’ porque exigían respeto con la población civil y no querían negociar la paz con el Estado, porque sabían que los engañarían!, como así fue!…
“En la desmovilización nos tocó reunir la gente, llevamos revolucionarios, niños, campesinos y cuanta gente estuviera por esta región. Eso había mucha gente que desconfiaba de la negociación y de la palabra de Guadalupe Salcedo. El señor Salcedo vino por aquí a Monterrey fue a mediar, yo nunca lo vi ‘peliar’ por estos lados; él lo hizo por allá en Maní, Orocué y dicen que en Arauca también. Pero por aquí no vino sino a sacarse la foto y decir que era el comandante. Y la verdad los revolucionarios liberales de esta zona éramos muy guapos p’a la pelea. Cómo sería que los Fonseca Galán y el propio Salcedo nos pedían ayuda p’a ir a ‘peliar’ a otros lados. Y nosotros que sí éramos ‘bien rogados’ ja…ja…ja…ja.
“Después de la desmovilización, muchos de nosotros nos quedamos a vivir en los alrededores de la base militar que era donde hoy es la estación de Policía de Monterrey. Otros se fueron a vivir p’a los lados de Bethel, allí había una gente evangélica. Otros p’a los lados del Caño Grande y otros se pusieron fue a robar ganado y matar gente, de eso sí que sabían harto. “Cuando se empezó a ver todas esas injusticias el gobierno fundó el DAS rural que se hizo p’a combatir el abigeato en el llano. Muchos de los ladrones eran nuestros antiguos compañeros y tocaba capturarlos o ‘darles plomo’.
“Me acuerdo que al grupo mío de rurales, el gobierno nos llevó a combatir al Meta, Arauca y Tolima.
“Por allí había unos bandidos que se hacían llamar ‘Sangre Negra’, ‘Tirofijo’, ‘Metralleta’ y ‘Rasguño’… las peleas con estos señores eran muy bravas porque ambos bandos éramos unas ‘culebras p’a la pelea’. Algunos de esos señores después se formaron en guerrillas de las FARC.
“Yo fui comandante en muchos pueblos de Casanare y Arauca y aquí en Monterrey. Fui testigo de la fundación del pueblo con gente como Carlos García, Adolfo Castañeda, Carmelita Mendoza, Publio Morales, Filemón Niño y señora, Efraín Rodríguez, Sara Perilla, el papá de Camilo Barreto, Jeremías Vaca, Publio Morales, La Urraca, unas Carmelitas que no me acuerdo, Edilberto Barreto, Quinto Barreto y Flora Alfonso entre otros».