Aunque tercamente las autoridades de Yopal (tanto a nivel de Policía como de gobierno municipal) afirman que la ciudad no tiene «zonas vedadas», los testimonios y el drama cotidiano de los raponazos y asaltos en las calles, indican que el asunto de seguridad no está tan «bajo control» como lo proclaman los voceros oficiales.
Uno de los casos más dramáticos lo viven vecinos a sectores que se han convertido en «ollas» de consumo de estupefacientes o espacios de disputa territorial, donde testigos anónimos aseguran que una banda «de venezolanos», trata de imponer su dominio en rutas de control para venta y expendio de sustancias alucinógenas.
«Ya nos da miedo salir hasta a plena luz del día… hay incluso temor de que una ‘bala perdida’ termine por afectarnos y no se ve real y efectiva presencia de las autoridades», dijo una vecina de unos de los sectores afectados, que exigió anonimato total para poder materializar su denuncia.
«Nos toca por este medio… porque la Policía ya no hace caso…», dijo.
La afirmación se realizó especialmente al foco de inseguridad en que se ha convertido el eje vial de la calle 50 que de manera insólita está ubicado a pocos metros del comando de la Fuerza Aérea del Casanare.
Y es que la tristemente célebre invasión de «la Resistencia», cuyos focos de inseguridad amenazan a un amplio sector se ha convertido en escenario de diversos crímenes y delitos tan graves como homicidios, perpetrados en medio de vendettas y disputas territoriales en la que se considera una de las más grandes «ollas» de la ciudad.
«Allá llevan muchos elementos robados que los consumidores intercambian por dosis de drogas que luego consumen en esa ribera del descole de los caños de aguas que se han convertido en sitios totalmente y peligrosos para nosotros», dice la mujer angustiada que no siente la presencia de las autoridades y advierte que muchas de las personas beneficiadas por subsidios desocupan casas que «revenden» o que son ocupadas por la fuerza por los ilegales.
La bomba social del microtráfico y el consumo en Yopal parece desbordada y las autoridades se muestran impotentes… para los vecinos el panorama es el silencio o el riesgo de muerte si se atreven a denunciar…