El «maniculiteteo»

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Por MIGUEL ALFONSO PÈREZ FIGUEREDO

Es un colombianismo que figura en diccionarios y es lo que está sucediendo con la reforma laboral. Hace un par de semanas, ocho de los catorce miembros del Senado, que tiene la Comisión Séptima firmaron la ponencia de archivo de la misma. La hundieron con deleite, como cuando un psicópata hunde su cuchillo en la pobre víctima. Para vergüenza nuestra, hubo cuota casanareña.

Un Senador expresó que se había tomado una decisión “técnica basada en los argumentos, las audiencias y todas las mesas que se hicieron y en la opinión de millones de colombianos”. Por supuesto que no se “colorió” afirmando semejante mentira. Otro explicó que la reforma laboral afectaba los intereses de miles de empresarios pequeños y medianos;  algo discutible porque las reformas laborales de este tipo llevan aparejados incrementos en los costos porque si no como se mejoran las condiciones de trabajo.

Esta comisión pasó a ser la más importante, por ella han tenido que tramitarse todas las reformas sociales del Gobierno. Un bloque de sus congresistas en abril de 2024, también hundió la primera reforma a la Salud. La misma, que en junio de 2023, aprobó “chamboniada” – término derivado del acuñado por el expresidente López Michelsen-, la reforma pensional, cuya aprobación dio origen al escándalo de la UNGR-. Van “sin cuenta” las demandas contra ella, que ya tiene registrada ponencia negativa. La siguiente batalla en esta Comisión será cuando arranque la discusión de la reforma a la salud en su nueva versión.

Ante el bloqueo Constitucional, que está sometido nuestro Presidente de la República, acudió al plan B, apelando a  la consulta popular,  pero también le fue hundida. Los senadores siguen en su  actitud “avestrusiana” de que el tal bloqueo no existe , simplemente hay, separación de poderes. El pueblo sabe la realidad, un Congreso en el que la mayoría de sus integrantes son “diabéticos”, por culpa de la mermelada, pero esta escasa,  debido a la crisis fiscal y la no aprobación de la ley de financiamiento, mejor dicho: “ni el enfermo quiere, ni hay que darle”.

La respuesta del pueblo, es igual a la de Gustavo Bolívar, está en modo “tusa”, porque mientras la élite político-económica, más le da por la cabeza al Presidente, más lo quiere. “Masoquistas” dirán infundadamente los opositores a los seguidores,  por la sencilla razón que son ellos los que andan dando garrote.

Frente a esa Babel, en que nos metió el Senado por ese archivo sin estudio , dándole la espalda al pueblo, defendiendo los intereses  de la élite, a los  Congresistas se les ocurrió la jugadita de “revivir” la reforma;  sería el primer Frankenstein bueno, porque les permitiría lavarse las manos ante sus electores. Ahora sí la reforma que viene de la Cámara , es buena, ahora sí se reconoce que estaba consensuada en mucho  con el empresariado,   ahora si hablan de recuperar derechos, ahora si ataca la informalidad,  ahora sí se dan cuenta de que la noche empieza a las 6 p.m., ahora sí niegan el maniculiteteo.

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