Por PATRICIA PINO CÁCERES
Cada año, el cielo se viste de gala…
Los ángeles, con su mejor vestuario, celebran el día de las madres dibujando en el cielo, entre nubes, una sonrisa de satisfacción divina.
Los ríos, lagunas, afluentes, nacederos y mares, bailan con suavidad al compás de la belleza de una madre.
La fauna en general, reverdece al sentir el dulce aroma de las madres.
Los animales, dan la venia, no solo a la madre tierra, sino a cada mujer que agradece, cuida y protege su existencia.
El hombre sabio, el hijo bueno y el ser que hay en cada uno de los que agradecemos a nuestras madres, damos hoy y siempre un GRACIAS, al único ser dador de vida, al único ser que se entrega sin pedir nada a cambio, al único ser que lucha, fracasa y se vuelve a levantar por su familia, al único ser que se quita el pan de su boca, para que sus hijos, no carezcan de el; al único ser que grita, calla pero sigue con la frente en alto, al único ser que se desilusiona, llora, sufre pero sigue queriendo y amando en silencio o con pequeñas expresiones que solo una madre sabe dar.
Es solo la mujer, la abuela, la hermana, la tía, la prima, la esposa, la cuñada, la nuera, la amiga, la vecina, la comadre que sabe que es ser madre y que en su ser más profundo, ha sido madre de sus propios hijos, de los que han llegado a su vida, de los hijos de sus amigas, de los amigos de sus amigos y de aquel que ella ha recibido como fuese suyo.
¡SÍ…!,es esa madre la que hoy y siempre, con el corazón en la mano, las palabras adecuadas y la seguridad de sentirse orgullosa de ser madre, se le canta, se le baila, se le aplaude, se le agradece, se le reconoce y se le dice GRACIAS MADRE por existir, por haber existido y por seguir existiendo en este mundo al que solo tú nos has dado, como parte de tú divino don de ser Madre.
Feliz día, de la madre, hoy y siempre…
