En la baraja de opciones del partido Centro Democrático, una carta comienza a tomar fuerza propia.
El ingeniero Jonathan Camargo emerge como una de las jugadas más firmes y calculadas del senador Alirio Barrera rumbo a la Cámara de Representantes 2026. Lealtad, confianza y experiencia —los tres pilares que Barrera más valora— convergen en este nombre que, desde hace meses, retumba entre los pasillos del poder político, comunal y religioso del departamento.
Camargo no entra al tablero como un improvisado. Su paso por la Gobernación de Casanare, Corporinoquia y la Unidad de Trabajo Legislativo del Congreso lo perfilan como un estratega técnico con lectura política, curtido en la gestión pública y con la serenidad de quien conoce las dinámicas reales del territorio.
Pero más allá del cargo, lo que ha encendido el murmullo político es su simbología: la J de Diamante. Así lo llaman —a voces y en silencio— los analistas del ajedrez político casanareño. Una carta brillante y leal, nacida del corazón de la Casa Barrera, que empieza a posicionarse como el as bajo la manga del uribismo regional.
Con su lema “Casanare: un Diamante que merece brillar”, Camargo no solo lanza una frase de campaña: proyecta una metáfora de identidad y propósito, un llamado a pulir el potencial del departamento,opacado por la improvisación y la falta de gestión.
Mientras muchos precandidatos apenas tantean sus cartas, la J de Diamante avanza con paso firme, tejiendo apoyos, sumando liderazgos y consolidando su narrativa. En los cafés de Yopal, en las reuniones comunales y en los corredores del poder, su nombre se pronuncia con la naturalidad de quien ya está en la jugada grande.
¿Será entonces la J de Diamante el Ingeniero Jonathan Camargo la carta maestra con la que Alirio Barrera volverá a marcar el rumbo político del Casanare en las elecciones de la Camara del 2026?
El tiempo —y las urnas— tendrán la última palabra.



