por Anyela Rossana Pinto Castellanos
COLUMNISTA
Mamá, casos de la vida real
Salmos 42:11 ¿Por qué voy a inquietarme? – ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!
Querida amiga, querida mujer. O querido amigo, querido hombre. Sé que la monotonía pudo entrar a tu vida, en este tiempo de confinamiento por la COVID-19. Más aún porque a diario tienes que cumplir con los quehaceres diarios, se volvió habitual para ti barrer, trapear, lavar loza, limpiar la estufa, lavar ropa, doblar ropa, lavar baños, limpiar el polvo, sacar la basura, planchar, tender camas, cocinar y atender a tus hijos, etc., etc., etc.
Pero déjame decirte algo, si eres de las personas que a diario ha tenido que desarrollar estas actividades en su casa, haz un alto en el camino, y agradece a Dios porque eres afortunado, privilegiado y cuentas con la gracia diaria que El Señor nos concede.
Si desarrollamos a diario cada una de las actividades que describí en el primer párrafo, entonces aprendamos a gozarnos en ellas, y no con el ánimo de comparar, pensemos cuántas personas en el mundo aparte de vivir la crisis propia por la pandemia, tienen que sufrir por falta de techo, comida, cama, ropa, zapatos.
Es fácil que nuestro cerebro nos lleve al punto de hacernos sentir víctimas y los más sufridos, porque nos cuesta ver el vaso medio lleno. Pero hoy, en el versículo de Salmo 42:11, el Señor nos invita a no inquietarnos, a no angustiarnos. Al contrario, a dejar todo en el tiempo de Dios y a alabarlo. Alaba al Señor y agradece por todo lo que tienes, ya verás lo fácil que será llevar la vida y cualquier crisis que esta nos traiga.
¡Ánimo! ¡Sé, que lo lograrás!