Desde el 29 de diciembre de 2017 fue firmado el contrato 389, que permitiría el desembotellamiento de los municipios de Aguazul y Tauramena, en las veredas Paraíso, Los Lirios, Visinaca, entre otras; en ese entonces, la construcción de un puente sería la salida perfecta para tantas necesidades que debían surtir las comunidades, pero lo insólito fue, que durante aquel gobierno se pensara en hacer un puente en la nada, sin vías de acceso y, donde incluso a pocos meses de cumplirse el cuarto año de firmado el contrato no se cuenta con ninguna de las dos.
Y es que la sola llegada al lugar es una odisea, transcurriendo por una vía angosta, donde difícilmente podría entrar un vehículo con materiales.
Y aunque parece ser que por la vereda de Visinaca hay mayor transitabilidad, por el lado de Aguazul es imposible, sobre todo luego de cruzar la vereda Los Lirios, donde solo se transita por caminos de herradura.
“Estamos pidiendo reductores de velocidad para evitar la accidentalidad en este territorio” dijo en tono sarcástico Albeiro Camacho, sacerdote de Cupiagua y quién durante años ha visto cómo de gobierno en gobierno se tiran la pelota, sin embargo, nadie parece responder.
Por su parte, Alfonso Salcedo, concejal de Tauramena, expresó que es necesario no callar los hechos y dar soluciones efectivas a las comunidades, y aunque posiblemente habrá que empezar nuevamente desde cero es necesario que las autoridades den la cara.
“La responsabilidad del contratista nosotros tenemos que denunciarla y la interventoría, nosotros a ellos tenemos que exigirle para que haga cumplimiento de lo que está pasando acá, la interventoría tiene que dar la cara; hemos perdido el contacto y lo único que hemos tenido es quizás acercamiento en los últimos días es con el subcontratista”.
Sin embargo, aun con esa “comunicación” el proyecto sigue sin tomar sentido, ya que, aunque se habló de haber creado parte de la infraestructura que requeriría el puente, estos materiales también serán llevados por el subcontratista.
“La moral del proyecto era que esa mega estructura que hace parte del proyecto estaba en bodegas en Tauramena, y resulta que el contratista en estos momentos también está tomando acciones de cómo sacar todo ese material y equipos porque el contratista no le responde, y el compromiso es que no saque el material hasta que se ponga a paz y salvo con todos aquellos que prestaron sus servicios” dijo Alfonso Salcedo.
Por lo pronto, se espera que durante la segunda semana del mes de agosto se informe a las comunidades del trasegar del proyecto por parte del contralor general y aunque los habitantes aun no pierden la esperanza difícilmente se recuperará lo que se empezó de aquel proyecto, que hoy en día parece ser solo uno más de los elefantes blancos que hay en el departamento.
«EN MEDIO DE LA NADA…»
El gigantesco puente, promocionado como una de las obras “emblemáticas para el desarrollo vial de Tauramena” del exalcalde de dicho municipio, Javier Álvarez Alfonso, fue firmado el 29 de diciembre de 2017 para construir en menos de 12 meses.
Sin embargo, la obra corre el riesgo de convertirse en un “elefante blanco”.
A los reclamos de sus vecinos de Aguazul, se suman los taurameneros ante la parálisis de la obra que debía beneficiar a las comunidades al establecer una conexión entre los dos municipios, dándole continuidad a un anillo vial que debe salir al sector de Monterralo, enlazar con la Transversal del Cusiana y beneficiar una rica zona agroganadera y de proyección turística, con un paso casi directo hacia el centro del país por la vía hacia Sogamoso.
Pero la construcción, a cargo del consorcio «Río Cusiana 2017», representado por Albert Alejandro Ortiz Rincón y contratado a un costo de $14 mil 896 millones (recursos aportados por la Gobernación de Casanare de la época y la Alcaldía de Tauramena), está paralizada desde hace meses.
“Nadie da razón de la reactivación de la obra, incluso duró paralizada un buen tiempo por el impacto de la pandemia de la Covid-19 y porque la obra que se hace al lado del río Cusiana, no tuvo permisos de ocupación de cauce”, dijeron algunos vecinos.
Incluso, a trabajadores del sector que durante meses prestaron servicios en el proyecto, se los despachó sin solución de sueldos, prestaciones ni continuidad laboral. Hoy se dice incluso que el subcontratista de la obra está vendiendo materiales para poder pagar algunas deudas.
Otro de los hechos insólitos, es que la estructura del puente se construyó en Tauramena, situación llamativa porque hasta el sitio no se puede llegar en grandes camiones por la vía de Visinaca y por la ruta de Monterralo la carretera está prácticamente intransitable.
“Tal como están las cosas, este puente no lleva hacia ningún lado porque no tiene conexión con ninguna vía transitable, ni por el lado de Aguazul ni por acá por Tauramena”, dicen los desconsolados vecinos del superproyecto del exalcalde Javier Álvarez.
Además de culpar a la pandemia del coronavirus, el contratista ha utilizado otras argucias para justificar su demora, como la afirmación que hizo en algún momento de que el sector es una zona de “orden público” y que por eso tuvo algunos problemas de “amenazas”.
Frente a la problemática, nadie da razón del avance del proyecto.