Después de organizar la traída de dos calderos para cocinar el sancocho comunitario, doña María Colombia Gutiérrez se sentó a explicar las razones que desde el 15 de diciembre tienen a las comunidades de 6 veredas vecinas a la estación petrolera de Caño Garzas (en Casanare), protagonizando un bloqueo selectivo al tránsito de los vehículos de dicha compañía.
Algunos finqueros y campesinos, nacieron en esas llanuras. Varios de ellos, desde hace 40 años, comenzaron a sufrir el rigor de la explotación petrolera que en su momento comenzó Elf Aquitaine, que luego se llamó «la KELT Colombia» y ahora es PERENCO… o «PEREN…COVID» como reza una cartulina de protesta, clavada en el alambre de púas que flanquea un punto de la polvorienta carretera que desde la «Y» de la vía Pore-Trinidad, conduce a ese sitio, limítrofe de Trinidad con Paz de Ariporo.
La comunidad de la zona de influencia vive en las veredas La Soledad y San Pedro (Trinidad), y La Libertad, Playitas, La Libertad-Trompillos y Caño Garzas-Soledad.
Allí, cobijados por la sombrita de unos árboles que ayuda a mitigar el rigor del sol llanero, los manifestantes esperan que la empresa escuche sus peticiones y que las autoridades lleguen al lugar para respaldar las peticiones que desde un comienzo respaldan el dirigente cívico Ramiro Rivera Ángel y el Diputado casanareño, Luis Alejandro López.
Rivera explica que la comunidad reclama a la compañía para que «ponga al día» cuentas atrasadas por concepto de inversión social, compensaciones ambientales y pagos de 1% de obligaciones, de los 40 años de explotación petrolera en la zona, que ha contemplado la perforación de decenas de pozos, la construcción de una pista aérea, un oleoducto y una estación de bombeo (Caño Garza), de donde han salido millones de barriles de petróleo.
Al respecto, el diputado López dice de manera rotunda que los reclamos de la comunidad «son justos». Estos se extienden a una mejor participación en contratación de mano de obra y a cosas tan elementales como el arreglo de los casi 30 kilómetros de la vía, desde «la central» hasta los pozos petroleros.
Aunque en 2014, la compañía (después de otro paro) se sentó con la comunidad y acordó una inversión social, la comunidad alega que la deuda persiste. Pero, claro, ya en PERENCO nadie confía, y con más razón en medio de esta protesta cuando la empresa quiso meter «gato por liebre» en un acuerdo con la comunidad, para levantar el bloqueo y permitir el paso de comida para los operadores de la Estación, a cambio de instalar unas mesas de negociación con la comunidad.
Sin embargo, cuando los voceros cívicos ya habían aceptado, al vocero de la empresa se le ocurrió pedir que además de las papas y la cebolla dejaran entrar unas canecas de químicos, situación que exasperó los ánimos de la gente y rompió las negociaciones.
El paro, casi un mes después de iniciarse, continúa.