Marcos 9:23 Si puedes creer, al que cree todo es posible.
Querida amiga, querido amigo, sé que a veces el camino parece complicado, obscuro y lleno de muchos alti bajos. No sabemos en qué momento encontraremos una pequeña piedra que podremos esquivar, o una roca gigante que nos haga sentir intimidados, sin fuerza, e incapaces de correrla, o irla retirando poco a poco de nuestro camino.
La vida se convierte en una carrera atlética, o al menos esa es la comparación que yo hago. Comenzamos llenos de energía, con la carga suficiente de oxígeno para terminar porque tenemos clara cuál será nuestra meta. Pero adivinen qué pasa cuando vemos que esa ruta tiene un ascenso complicado, y en la que sabemos que vamos a tener que dejar todo de nosotros… Por lo general nuestra mente, y nuestra falta de fe, nos dicen que mejor paremos, que no vale la pena esa carrera que estamos llevando, que mejor no esfuerces tu cuerpo porque igual vas a perder.
Y así, muchas objeciones en la vida nos han detenido para ir tras nuestros sueños. Preferimos la zona de confort y supuesta calma y tranquilidad, antes de poner a prueba todas nuestras habilidades, y la fe que decimos tener en Dios.
Pero atención, porque la verdadera fe, es que cuando nuestra mente y nuestro cuerpo están pasando por una gran prueba, nos mantenemos, no desconocemos a Dios, ni nos quejamos de Él, sino que seguimos en obediencia, creyendo en Él y mantenemos nuestra oración y alabanza viva.
Le pido a Dios para que tu fe sea tan fuerte que nada te permita pensar que Él no está ahí a tu lado apoyándote. Lo único que tienes que hacer como hija o hijo de Dios, es orar, clamar a Él su auxilio y tomar acción.
¡Ánimo! Nada será para siempre.