19 años esperando justicia, 19 años esperando un adiós.

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Bajo un cielo triste, nublado y con un aire solemne, la sede de la Unidad de Investigación y Acusación (UIA) de la JEP, fue el escenario de un acto de dignificación y memoria.

Después de 19 largos años, los restos de Luis Uriel Caciano son entregados a su familia, cerrando así un capítulo de dolor que ha marcado sus vidas.

El fiscal Leonardo Cabana, en representación del Director de la UIA, se dirige a la familia Caciano con palabras de consuelo y reconocimiento. «Don Jairo, aquí estamos para acompañarlo en su dolor, junto a su familia, para aliviar en algo su pesar. Después de 19 años, finalmente, usted se pudo encontrar con su hijo«, expresa con voz firme pero empática.

El fiscal Fabio Araque se encarga de relatar los hechos que marcaron el destino de Luis Uriel. «En este caso no existió combate. En realidad, los hechos se desarrollaron como producto de un plan criminal que se valió del engaño y de la sustracción ilegal de Luis Uriel de su entorno para luego quitarle la vida en situación de indefensión«. Sus palabras resuenan en la sala con la gravedad de la verdad que, por años, fue silenciada.

Los familiares de Luis Uriel reciben su cuerpo con la serenidad que solo otorgan la espera y la lucha incansable por la verdad y justicia. «Hoy les entregamos el cuerpo de Luis Uriel luego de 19 largos años que debieron parecer una infinidad. Hoy podrán dar un paso más para transitar este duelo y recuperar el derecho a decidir cómo hacerlo«, agrega Araque, recordando que la entrega del cuerpo no es solo un acto simbólico, sino un derecho fundamental de las víctimas.

En un rincón de la sala, con los ojos empañados por las lágrimas, don Jairo Caciano toma la palabra.

Su voz, entrecortada por la emoción, resuena con el peso de los años de sufrimiento. «Mi hijo falleció por culpa de la descomposición social y la equivocación o falta de conciencia de algunas personas, tristemente representantes de la autoridad de nuestro país«, declara con firmeza. Luego, con un tono de resignación y fe, agrega: «Le pido a Dios que nos bendiga y le conceda el perdón por las faltas que en la vida terrenal haya cometido Luis Uriel, como todos los que pasamos por este mundo«.

Horas después, en el Cementerio Parque Serafín, ubicado en la localidad bogotana de Ciudad Bolívar, una ceremonia religiosa da el último adiós a Luis Uriel Caciano.

Sus familiares, con flores en las manos y el corazón encogido, se despiden de él con la certeza de que, aunque la herida nunca sanará por completo, la justicia ha dado un pequeño paso para reparar el dolor de su ausencia.

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